A veces el enojo es algo bueno.
A veces nos enojamos con la persona que no debemos. Es la forma que tenemos de decir 'estoy acá y no la estoy pasando bien, dame bola!'.
A veces es la manera en que nos sale, capaz, no queríamos que fuera así. Pero acumulamos y es como una olla a presión, explotó.
Enojarse es la forma que tiene nuestra cabeza de ponernos mal, para que busquemos la forma de estar bien.
Todo lo malo existe para ver lo bueno. El enojo existe para disfrutar del cambio, de la felicidad. Para ser capaz de cambiar tengo que primero encontrar qué debo cambiar.
No es fácil enojarse y menos desenojarse. No es fácil estar enojado con alguien que queres. No es lindo sentirse desilusionado del otro o de uno mismo.
Me enojo, me enojo muy rápido y no se me pasa nada rápido. Es que espero, espero mucho del otro. Y el otro no tiene por qué saber qué espero y menos que menos dármelo.
El otro es OTRO, y tiene OTRA forma de ser, de pensar, de expresar, de sentir.. Entonces, por que no dejamos esos enojos innecesarios, que no nos llevan a ningún lado y vamos directo al cambio.
A decirle al otro (o a uno mismo) qué queremos, qué esperamos y lo ayudamos a ayudarnos.
Nos encerramos en nosotros, en nuestra cabeza, esa que habla y habla. Por que a tu cabeza le responde.. Tu cabeza. Es un circulo cerrado que no va a ningún lado.
Hoy empiezo a dejar de lado el enojo duradero. Cada vez que me enoje voy a buscar el por qué, y empezar el cambio que mi cabeza me esté pidiendo.
Y como me dice Tato siempre, si tiene solución ¿Por qué preocuparse? y si no tiene solución ¿Por qué preocuparse?
Dejemos los círculos sin salida y empecemos a mover las cachas, que la vida es esta sola, y los pies nos lleva a donde nosotros les decimos.