Ayer salí del trabajo con una mezcla de mal humor y reflexión en la cabeza;
Con mucha tranquilidad y paciencia, caminé las 5 cuadritas que me separan de Scalabrini Ortiz y el lindo y lleno 110.
Me senté en un escalón, y esperé que pase.. Vino uno, lleno. Otro lleno. Otro y otro.
Y la gente apurada, corriendo de acá para allá. Gente, mucha gente. Toda apurada.
Me puse a pensar, ¿por qué vivimos así? ¿Por que necesitamos todo YA? ¿Por que corremos, al bondi .. a la vida? ¿Por qué no tenemos paciencia? ¿Se nos va la vida? ¿A donde se va? ¿Si la corro no se va a ir?
Sí, se va a ir lo mismo cuando se tenga que ir. Y que voy a poder decir en ese momento? Que me la pase corriéndola, para que igual, cumpla su cometido? Y .. La verdad que no. La verdad que me cansé de correr, me cansé de ser la ansiosa que soy. Me cansé de no querer esperar nada. Me cansé de no tener paciencia.
Decidí en ese mismísimo momento, aprender a esperar. Y ahí me quedé, hora y media, esperando un 110 no tan lleno.