Dejé de lado mi orgullo, para qué? De qué sirvió? Me lastimaron más que nunca, aprendí mucho pero todo ese mucho que aprendí no lo hubiera necesitado si seguiría teniendo mi orgullo.
Me abrí a las personas. Les dejé en bandeja lo que soy, lo que fui, lo que podía llegar a ser. Lo tocaron, revolvieron, desmenuzaron, apelmazaron, pisaron, tiraron, rompieron, armaron y volvieron a desarmar.
Dejé de ser yo. No sé en qué me convertí. Un poco de todos, de lo que dicen todos, de lo que aconsejan o ven mejor todos. Apagué mi voz interior, no la escuché más.
Me convertí en un ser superfluo, influenciable, sin razón de ser más que la de ser como quieren que sea.
Me perdí en esa neblina constante de no tener razón de ser. Y cada vez que algún rayo de luz ilumina mi ser consciente siento ese vacío pesado en el medio del pecho, sin saber por qué.
Hoy lo descubrí.
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