También pasa que no luchamos por lo que queremos. Preferimos quedarnos sentados ahí viéndolo pasar. 'Dejándolo ser'. Cuando en realidad simplemente tenemos miedo de afrontar, de que nos duela. Tenemos miedo de perder, entonces mejor nos hacemos los giles, no nos damos cuenta y lloramos cuando ya no hay más remedio.
Suele pasarme esto. Muy, muy amenudo.
Pero esta vez es diferente. Estoy perdiendo, perdiendo de una manera que nunca había perdido. Aunque claro, ninguna perdida es igual a la otra. Pierdo yo, pero pierdo para que él gane. Por eso no puedo luchar, por eso no quiero luchar, por eso no voy a luchar. Me voy a dejar ganar, voy a perder.
Mi alma se va a partir en ochocientas partes. Pero sé, sé que la de él se va a rearmar, va a unir ese rompe cabezas que tuvo por corazón los últimos años. Y yo, yo con su felicidad, simplemente no puedo ser más que feliz.
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