Mi vida siempre estuvo llena de vueltas.
Una mamá desvolada y un papá perfeccionista. Una abuela, que más que abuela es mi ángel de la guarda. Un abuelo que mejor perderlo que encontrarlo. Otros dos que ni fú, ni fá. Tres hermanos lieros que me iluminan con sus sonrisas. Tres tíos, uno adicto, otro pendejo y una tía ídola pero a la distancia. Muchísimos primos, entre ellos, un hermanito mayor hermoso.
Esa más o menos, es mi familia. Mi familia de sangre. La familia que me tocó, no la que elegí. Y soy de lo más sincera con ellos, no los amo por igual. Es más a uno lo odio, a otros los olvidaría fácil y por unos pocos doy la vida.
En el camino, apareció esa gente genial, que decidí adoptar. Para mí, la familia no es algo que 'toca', es algo que se elije.
Por que mi vida no es igual a la de nadie más, tiene muchas vueltas. Y entre esas vueltas yo, HOY, elijo tener un tío verde que siempre está para hacerme reír desde temprano con sus mensajes. Una tía que intenta darme esas palabras directas, claras, precisas, que aunque sean fuertes ayudan muchísimo. Una tía que me dio todos los caprichos de niña fashion de chiquita. Una abuela que nunca dudó en decir y sentir que yo era su primera nieta. Un abuelo que hoy ya no tengo y extraño más de lo que podía pensar. Una manita divina que siempre me esuchó y confió en mi más que nadie. Y también tengo un papá y una mamá que de chiquita me sacaban todos los resongos posibles. Que no los quería nada, o eso daba a entender, que siempre los ponía en contra y nunca les quería hacer caso. Pero que siempre, a pesar de ser esa nena rebelde, contestataria, cabeza dura y autoritaria, me cuidaron y quisieron sin importar nada.
Quizá no me tocó la mejor familia. Quizá todas esas vueltas en algún momento me hicieron mal. Quizá si se mira de afuera parezca una locura, y quizá lo sea. Quizá podría haber sido más fácil, más simple. Quizá una nena de cinco, seis años no tendría que lidiar con un peso así. Pero así fue, y ni un segundo de mi vida me arrepiento. Si no fuera por todas esas vueltas hoy no podría haber construido esa familia hermosa que tengo, que yo elijo, que yo siento más mía que la de 'sangre'. Uno no elije a quien amar, simplemente ama. Y los lasos de sangre, por lo menos para mí, no significan nada.